
¡Refúgiense en el Señor y en su fuerza, busquen siempre su presencia!
1 Crónicas 16:11
Algunas preguntas sencillas
La primera, si tuviera que pensar en alguien que le provoca tranquilidad, serenidad, confianza ¿En quién pensaría?
Ahora va la segunda ¿Cuándo fue la última vez que estuvo en contacto o en relación con él o ella?
Hoy, ahora, ¿siente que necesita volver a pasar tiempo con ella o él?
Me permito responder de manera personal.
Pienso en mi abuela, en mi nona.
Mientras más años voy cumpliendo, más motivos aparecen para pasar tiempo con ella.
Su voz, su relato y sus ojos son sabiduría pura. Pero no esa que se origina por el paso en la academia o la relación con sabios. Es esa que se obtiene de la vida misma, muchas veces de las desventuras, de los fracasos, de las insolencias y el no tener.
Mientras escribo, recuerdo una cita muy hermosa, la comparto con ustedes:
“Cuando tú, (el maestro) vienes y te quedas una hora con nosotros, traes ese ambiente (…) Es como si trajeras una vela a la habitación. La vela está ahí; hay algo parecido a una zona de luz que viene contigo. Cuando hay un sabio y te sientas junto a él, sientes luz, sientes paz”[1]
Apreciado equipo, deseo que las preguntas hayan agitado su mente, trayendo al presente – más que un nombre – una sensación, una emoción, un sentimiento, un principio.
A partir de ello, animarles a que sea una necesidad pasar tiempo – también – con nuestro Maestro. Dejarnos tocar, dejarnos afectar por su presencia. En primer lugar, por nuestra propia necesidad, por nuestro propio deseo. Pero también, para que usted y yo, propiciemos a quienes nos rodean, esta luz, esta paz.
Un abrazo fuerte
Félix E. Jara Retamal
Director
Colegio Adventista de Concepción
[1] Paulo Freire, Cartas a Guinea –Bissau. Apuntes de una experiencia pedagógica en proceso, México: Siglo XXI, 1978